sábado, 5 de junio de 2010

Döners y Aldeas

Madrid es un sitio excelente donde los haya. Puedes encontrar de todo en pocos minutos, estás bien comunicado y jamás te quedarás sin un buen restaurante de Kebabs, que al fin y al cabo es lo más importante en la vida.

Pero en los pueblos alejados de la mano de dios (por muy bonitos o acojedores que sean), desgraciadamente eso no es asi.

Data Döner Kebab: Calle Angosto 74  Beas del Segura (Jaén) 23280

En esta ocasión no puedo enseñar las fotos del restaurante de kebabs, pues mi móvil tuvo que ser operado de urgencia y ahora se encuentra en reposo, a base de tilas y sopas calientes. Pero si os puedo hablar de todo lo que recuerdo acerca del antro que visite alli:

Deambulaba yo por este bonito pueblo, desintoxicandome de ruidos, coches y responsabilidades, durante un fin de semana. El pueblo era precioso, con un riachuelo que lo cruzaba, y las sierras y montes a la espalda, todo muy idilico y aspañol, como si estuvieras en una pelicula de Alfredo Landa a color.

En el lugar habian bares muy buenos, bonitos y baratos, pero por desgracia me cruce con un restaurante de kebab. Como llevaba una semana sin meterme cordero, decidi entrar a hacer una critica de un lugar fuera de la capital, para ir variando, y a priori el sitio prometia. Estaba todo muy limpio, los precios no eran más caros que en el centro y encima le ponian olivas al dürüm, una gran idea.

Pero cuando me dieron el rollo en el antro (Data Döner Kebab, porque no me voy a callar el nombre), una extraña sensación me recorrió el espinazo: Aquel lugar estaba completamente vacio. Y si eso fuera poco, nada más salir de aquel sitio, de entre la bruma nocturna apareció un terrorifico coche negro como la más oscura de las noches, de gitanos lleno hasta los topes que me advirtieron a viva voz, dotados del poder de la videncia: ''Tú, payo saura, no te jales esa mielda''.

Aquella experiencia debia haberme sido suficiente, pero servidor es imbécil y curioso a partes iguales, y le meti a aquella basura un buen bocado. Nunca hasta ahora he encontrado el kebab de oro, pero creo que por fin he encontrado el kebab de mierda. Mi lengua se retorcia de dolor ante la tortura que suponia para el paladar lamer esa putrefacta carne, de un sabor tan rancio como podrian tenerlo las uñas de tu abuela si antes las hubieras mojado en café. De todas maneras, llevo media vida comiendo kebabs, asi que no desisti, pues en mi codigo moral dejar comida sin terminar es un sacrilegio digno de paliza. Mas aquello era superior a mis fuerzas, y no tuve más remedio que dejarmelo a mitad, y tirarselo a un perro hambriento. Cual fue mi sorpresa cuando el perro, que estaba en los huesos, solo se comio el pan y dejó la carne alli tirada.

Mi estomago de cabra sobrevivió a aquel suceso, pero desde aquel dia aprendi una sobrenatural lección: ''No comas carne de cordero cuando veas a un gitano en un carro negro''.


Puntuación del kebab: 2,5/10 (porque el kebab llevaba olivas y me hizo gracia, que si no...)

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