sábado, 19 de junio de 2010

Kebabish: El ataque de los comerciales

-Mira, solo necesito una firma aqui y aqui

-Si, pero yo no saber, yo hablar con jefe y...

-Uff. Espera. No, no hace falta. Mira, me das tus datos y el número de cuenta y ya paso mañana a por la firma, ¿vale?


C/Hilarion Eslava 30 Madrid  CP: 28015

Alli estaba yo, con ganas de comerme un kebab (raro en mi) mientras el comercial de turno atosigaba al pobre camarero del restaurante, con que si este contrato de iberdrola te va a venir de lujo, que si me lo firmas ya te hago un descuento chachiguay, etc. Todos sabemos como es el rollo, un tipo trajeado, o alguien normal, que llama a tu puerta, a la de todos tus vecinos y a todas las empresas que pueda, para que firmes un contrato. Si no lo firmas, el tio se jode y no gana un duro. Si lo firmas, pues gana de 30 a 50 pavos, segun lo que estes firmando. Es una vida triste, a no ser que se te de muy bien engañar a la gente y firmes tres o cuatro contratos al dia, algo dificil. 

Este chaval en concreto no tendria mas de 19 años, fumando (porque es imposible aguantar esa profesión sin tabaco) y con gesto de chuleria, pese a lo nervioso que estaba (no paraba de mover la pierna) con lo que imagine que llevaria en el trabajo apenas un mes trabando con corbata.



Aun asi, pase del tema, vi como se iba sin hacer la venta, y me centre en el dürüm. Aquel kebab si que estaba rico, y para más inri, el sitio parecia sucio a pesar de estar cuidado, y los tipejos que cortaban la carne eran tipejos gordos llenos de pelo y bigote, tipica estampa de tienda de kebabs. Ahi estaba yo, con medio rollo en la boca, cuando de repente entró otro comercial en la tienda, este ya mayor y que se notaba que sabia lo que hacia. En menos de diez minutos habian entrado dos comerciales a la tienda, y eso me hizo recapacitar en lo mal que esta el mercado laboral, en la gente que tiene que trabajar sin sueldo fijo pateandose las calles todos los dias, y en lo buena que estaba la salsa del kebab.

Me fui después que el segundo comercial, y pague la cuenta, que era muy barata. No era el kebab de oro, pero estaba muy cerca de serlo, no solo por el precio si no por lo rica que estaba la carne, y lo bien liado que habia quedado.

Puntuación del antro: 8/10

viernes, 11 de junio de 2010

Zana Kebab, o la delicuencia juvenil



C/ Alfaro nº 6, In front of Teatro Romea - PC: 30001 Murcia

Queridos engullidores de kebab, hace unos días pude volver a mi amada ciudad de Murcia. Hacia mucho tiempo que no pasaba por allí, y todo me sonó idilico y especial. Mendigos, guiris, viejos, alternativos... Todos estaban tan mugrientos como siempre, pero en bajo mi punto de vista sus rostros sonreian y sus ojos estaban iluminados bajo el sol levantino.

Una amiga me llevó a un kebab nuevo que habian abierto hacia pocos años, cerca del famoso Teatro Romea. El sitio pertenecia a una cadena de kebabs maravillosa, cuyos precios eran más que asequibles. Pedi un dürüm, como de costumbre, y me lo entregaron en un papel muy suave y bonito. Más aun, estaba recubierto de una fina capa de queso fundido encima del pan, y parte del queso fundido se habia derretido por la carne mixta de vacuno y cordero, haciendo que esta se encontrara con una textura muy jugosa. El tamaño del kebab no era muy grande (lo que le baja la nota), pero lo compensaba de sobra con la calidad. Las bebidas si eran caras, pero si vivieramos en un mundo perfecto yo no podria escribir este blog. 





Y el tema del mundo perfecto me lleva a la segunda parte de esta entrada, la delicuencia juvenil. Tan tranquilo estaba yo, terminando de comer el kebab, cuando tres personas se levantaron de su mesa, y hecharon a correr mientras reian a carcajadas. No tendrian más de veinte años, pero ya eran bastante mayorcitos como para saber que estaban haciendo un simpa en toda regla. Aquello me pareció fatal, pero me di cuenta de que aquel local era ideal para irse sin pagar: el camarero tardaba en aparecer con la cuenta, y las puertas estaban abiertas de par en par. 

Si os dais cuenta, vivimos en una sociedad en la que lo que está bien y lo que está mal es algo puramente subjetivo, en la que las leyes gubernamentales nos quieren presentar un modelo moral más apto y claro que seguir, con el único objetivo de que seamos miembros más productivos de la sociedad. Asi pues, es normal que la gente joven vaya cayendo más y más rápido en una espiral de moralidad gris. Pensad sobre ello cuando os comais el próximo kebab.



Puntuación del restaurante: 7/10

sábado, 5 de junio de 2010

Döners y Aldeas

Madrid es un sitio excelente donde los haya. Puedes encontrar de todo en pocos minutos, estás bien comunicado y jamás te quedarás sin un buen restaurante de Kebabs, que al fin y al cabo es lo más importante en la vida.

Pero en los pueblos alejados de la mano de dios (por muy bonitos o acojedores que sean), desgraciadamente eso no es asi.

Data Döner Kebab: Calle Angosto 74  Beas del Segura (Jaén) 23280

En esta ocasión no puedo enseñar las fotos del restaurante de kebabs, pues mi móvil tuvo que ser operado de urgencia y ahora se encuentra en reposo, a base de tilas y sopas calientes. Pero si os puedo hablar de todo lo que recuerdo acerca del antro que visite alli:

Deambulaba yo por este bonito pueblo, desintoxicandome de ruidos, coches y responsabilidades, durante un fin de semana. El pueblo era precioso, con un riachuelo que lo cruzaba, y las sierras y montes a la espalda, todo muy idilico y aspañol, como si estuvieras en una pelicula de Alfredo Landa a color.

En el lugar habian bares muy buenos, bonitos y baratos, pero por desgracia me cruce con un restaurante de kebab. Como llevaba una semana sin meterme cordero, decidi entrar a hacer una critica de un lugar fuera de la capital, para ir variando, y a priori el sitio prometia. Estaba todo muy limpio, los precios no eran más caros que en el centro y encima le ponian olivas al dürüm, una gran idea.

Pero cuando me dieron el rollo en el antro (Data Döner Kebab, porque no me voy a callar el nombre), una extraña sensación me recorrió el espinazo: Aquel lugar estaba completamente vacio. Y si eso fuera poco, nada más salir de aquel sitio, de entre la bruma nocturna apareció un terrorifico coche negro como la más oscura de las noches, de gitanos lleno hasta los topes que me advirtieron a viva voz, dotados del poder de la videncia: ''Tú, payo saura, no te jales esa mielda''.

Aquella experiencia debia haberme sido suficiente, pero servidor es imbécil y curioso a partes iguales, y le meti a aquella basura un buen bocado. Nunca hasta ahora he encontrado el kebab de oro, pero creo que por fin he encontrado el kebab de mierda. Mi lengua se retorcia de dolor ante la tortura que suponia para el paladar lamer esa putrefacta carne, de un sabor tan rancio como podrian tenerlo las uñas de tu abuela si antes las hubieras mojado en café. De todas maneras, llevo media vida comiendo kebabs, asi que no desisti, pues en mi codigo moral dejar comida sin terminar es un sacrilegio digno de paliza. Mas aquello era superior a mis fuerzas, y no tuve más remedio que dejarmelo a mitad, y tirarselo a un perro hambriento. Cual fue mi sorpresa cuando el perro, que estaba en los huesos, solo se comio el pan y dejó la carne alli tirada.

Mi estomago de cabra sobrevivió a aquel suceso, pero desde aquel dia aprendi una sobrenatural lección: ''No comas carne de cordero cuando veas a un gitano en un carro negro''.


Puntuación del kebab: 2,5/10 (porque el kebab llevaba olivas y me hizo gracia, que si no...)